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Día 9: Jesús dice: “Odio Lo Que Te Hicieron”

15 Días de Encuentros Sobrenaturales | Serie devocional gratis | por Jamie Rohrbaugh | DeSuPresencia.com

¡Bienvenido al Día 9 de nuestra serie devocional gratuita de 15 días de encuentros sobrenaturales!

Cada día de esta serie tiene tres partes: lee, saber que y ora. Mientras avanzas a través de esta serie, ¡le he pedido a Dios que seas impactado poderosamente y que el Espíritu Santo te lleve a un nuevo nivel de intimidad con Jesús!

Lee:

Juan 11: 1-44 (Reina Valera RVR1960):

Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús:

“Señor, he aquí el que amas está enfermo.” Oyéndolo Jesús, dijo: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: “Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?” Respondió Jesús: “¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.”

Dicho esto, les dijo después: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.” Dijeron entonces sus discípulos: “Señor, si duerme, sanará.” Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.

Entonces Jesús les dijo claramente: “Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.” Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: “Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.

Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.”

Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará.” Marta le dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

Le dijo Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”

Le dijo: “Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: “El Maestro está aquí y te llama.” Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: “Va al sepulcro a llorar allí.”

María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.” Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: “¿Dónde le pusisteis?”

Le dijeron: “Señor, ven y ve.” Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: “Mirad cómo le amaba.” Y algunos de ellos dijeron: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: “Quitad la piedra.” Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.”

Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto.

Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.”

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: “¡Lázaro, ven fuera!” Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: “Desatadle, y dejadle ir.

Para el día 9 de nuestros 15 días de encuentros sobrenaturales, el Señor me dio una palabra profética para ti.

Debes saber que:

Escucha a Jesús diciéndote al oído: “Tú has estado tratando de sanar, pero tu sanidad se ha visto obstaculizada porque no sabías dónde estaba Yo durante tu angustia.

De hecho, el enemigo te ha dicho incluso que Yo permití lo que te sucedió. Ese mentiroso te dijo que no me importaba lo que te estaban haciendo, solo porque no lo detuve.

Pero la verdad es que odio lo que te hicieron.

Escúchame otra vez: odio lo que te hicieron.

El pecado nunca viene de Mí. A pesar de que ellos afirmaron que era de Mí, no lo era. Yo Sé que no intervine como tú querías, pero fue por una buena razón.

Amado mío (a), antes tenías un destino pequeño. Las circunstancias no Me permitieron traerte por completo al sueño que tengo para ti.

Pero ahora tienes un gran destino, porque Yo te he liberado.

Has tardado en curarte porque tu corazón ha estado sufriendo. No sabías por qué no te rescaté. Pero ahora lo sabrás. Conocerás la esfera mayor de Mis planes más de lo que nunca habrías podido conocerlos antes.

Como a Lázaro, ahora mismo te estoy levantando de entre los muertos.

Lloré frente a la tumba de Lázaro, no porque él estuviera muerto, ni siquiera por el dolor de quienes Me rodeaban. ¿Qué no les dije que verían la gloria de Dios si creyeran?

Pero hoy quiero que sepas que lloré ante la tumba de mi amigo porque odio lo que este mundo pecaminoso le hizo a él, y a todos ellos.

Odio la enfermedad. Odio la muerte y las enfermedades. Odio la angustia y el dolor. Odio TODOS los síntomas del pecado en el mundo.

Es por esto que Yo vine – para destruir las obras del diablo.

Vine a destruir la angustia sanando a los quebrantados de corazón. Vine para librar al mundo de la enfermedad al desatar Mi Sanidad sobre él. Vine para curar el mundo del dolor, porque soporté los dolores y las penas de todos aquéllos que creerán.

Y quiero que sepas, amado: otra vez, odio lo que te hicieron.

Estuve allí contigo a través de todo esto. Sentí cada latigazo contra ti como un latigazo en Mi propia espalda. Oí cada grito y gemido pidiendo ayuda. Soporté el dolor y la angustia que sufriste, justo a tu lado.

Y ahora te he liberado.

Ahora eres libre para sanar. Ahora podrás sanar. Te he soltado y te he dejado ir libre, y has entrado en un nivel mayor del que nunca hubieras podido entrar antes.

Sé que confiaste en mí durante todo el proceso.

Hiciste bien en confiar en Mí. Pero durante el proceso, estabas tan lastimado que has tenido que luchar contra las mentiras de los enemigos que te dijeron que estos ataques venían de Mí. No eran de mí; y, aunque lo permití, fue solo porque Yo sabía a dónde podría llevarte una vez que pasáramos al otro lado del túnel.

Pero no eran de Mí. Nunca lo aprobé. Mi corazón se rompió con el tuyo, tanto por ellos como por ti. En ningún momento lo aprobé.

Y ahora hago todas las cosas nuevas.

Sal de tu tumba, porque ya no te pertenece. Yo hago todas las cosas nuevas en tu vida. Medita en esta revelación de que los ataques contra ti no fueron Míos y así tu corazón sanará.

Hacía ya mucho tiempo que no sentías Mi amor. Esto se debe a que, en el fondo, tú sentiste que Yo era responsable de tu dolor o que no me importaba.

Pero ahora que sabes que odio lo que te hicieron, podrás sentir de nuevo Mi amor por ti.

Nunca he dejado de amarte. Yo siempre he estado a tu lado. No he soltado tu mano mientras caminábamos juntos por la colina del Calvario. Y como hemos sufrido juntos, ahora disfrutarás de Mi resurrección.

Recibirás Mi perfección ahora. Disfrutarás de muchas cosas buenas en esta nueva temporada, y todo es porque fuiste fiel y confiaste en Mí.

Hiciste bien en confiar en Mí, porque te llevé en mis brazos a través de la tormenta.”

Ora:

“Señor Jesús, tienes razón. En lo profundo de mi corazón, yo había creído que Tú aprobabas de las cosas que la gente me ha hecho. Pero ahora sé que no fue así. Gracias por cuidarme durante y a través de todo eso.

Querido Jesús, por favor, sana mi corazón, y hazme nuevo. Ahora mismo recibo todas Tus obras nuevas y sanadoras en mi vida por la fe en Tu Palabra. Gracias Jesús. Gracias, Abba Padre. En el nombre de Jesús, amén.”

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